Una estrella fugaz decía mañana será otro día y así la luna asomaba su cabeza.


Un día quise ver la luna debajo de la tierra
jugar a que los sueños estan hechos de agua,
y en el silencio se cruzó un ruido
en su sonido apareció su voz.

Tú reías por que al final de cuentas
todas éramos Alicia en las país de las letras maravillosas,
y en giro de cometas una estrella fugaz
decía mañana será otro día
y así la luna asomaba su cabeza.

Y Todas éramos tu madre, mamá abuela, mamá ángel
mamá abeja...

Ella me dijo una vez...

quiero ver la luna debajo de la tierra
y jugar a que los sueños están llenos de agua.

El laberinto y su Princesa...


Te hallé de repente en mi pecho como si Dios sintiera en mi boca la fatiga, tus alas me abrazaron entonces y las letras empezaron a volar como aeroplanos, veía como crecías muy pausadamente y pensé que es benevolente la tierra que me ha hecho parir un ángel... El verso es como una llave que abre ciertas puertas ...Y es de esperar que tus alas te protejan del sol cuando el Principito extraviado en el desierto quiera jugar contigo...

Nunca supe exactamente porqué dejó de hablar de Dostoievski y del Quijote,
ni porqué la luna dejó de brillar...

En un día como hoy

Dicen que un día como hoy, hace no mucho, llegó una cigüeña con un encargo pequeño...
Todos lo esperaban hace meses... Mi abuela, que de tradicional no tenía nada, puso avisos de mi llegada por todos lados. Mi Padre se fumaba una pipa y mi Madre se ponía un vestido color palo de rosa. Dicen que una tía ricachona levantó la mano y dijo que mi bautizo tendría que ser algo digno de una Princesa... Yo como siempre he sido lo más parecida a una abeja colérica sacada del jardin de Ágata Prada me dieron un incienso para las buenas vibras... Cuando mi Padre me vió por vez primera se puso a llorar de puro gusto al ver mi carácter de primera, aduciendo que eso lo había sacado de él...
Mi Madre no entendía que mi piel fuera color miel.
¡¡Eso te pasa por comer a cucharadas la miel!! Dijo mi Abuela, a lo que mi Madre respondía que era para ser más dulce la espera de mi llegada...
Unas cigarras curiosas le comentaban a unas hormigas flojas que yo en vez de comer polen como las demás bebía café y era tan exquisito el aroma que dejaba que todos acudieran a mi bautizo con tazitas decorativas...
¡Entren todas! Dijo mi hermanita pequeña, pero sin hacer ruido que si nos portamos bién la abejita nos hará un cafecito.
Dicen que un día como hoy nací y el efecto tibio del café me llegó al corazón ese día frío de Junio (no hace mucho).

Para quienes no tienen el placer de conocerme

Alexandra es mi nombre.
La verdad es que soy un tanto misteriosa... Más de alguno se ha preguntado si los que dicen conocerme me han visto verdaderamente...
Me levanto muy temprano, tengo clases, hago clases, el reloj es mi enemigo y me ama, toco un violín que da espectaculares aullidos, mi familia es la mejor de todas, todos locos y artistas, mi hermana mayor es mi hermana pequeña (visible sólo para aquellos que saben en donde mirar) mis alumnas son mis mejores maestras, la luna me ilumina de día y de noche el sol me dá las buenas noches.
El otro día por ejemplo mi despertador se quedó dormido y yo con él, el conserje me dijo Señorita se vé radiante, claro y dormí más de diez horas...
Llegué con mi pelo desordenado, todos me dijieron que me venía el look, mis alumnas de danza murmuraban si es verdad que en Santiago hay mejores bailarinas que yo, sonreí y dije ¡sólo en París!. Después de mis clases voy a mis otras clases, debo confesar que mis compañeros de Universidad están bastante bien.
Aún me felicitan por haber ganado el proyecto, la verdad es que por más de tres años que esperaba este momento, la tercera es la vencida, no hay segunda sin primera...
Beberé una buena copa de vino, y haré que mis duendes toquen mi música favorita y espanten a las hadas que habitan debajo de mi cama.
Dicen que la felicidad son solo segundos, la verdad es que me encantaría que durara un par de horas...

Aida y el ángel

Un día, cuando era muy pequeña, llegué de un viaje muy largo, estaba sentada debajo de un árbol, tenía a mi muñeca favorita, pensé que me había extraviado, tenía miedo.
-¡Oye! ¡Esa es tu muñeca!, es linda-
Me dijo un angelita diminuta, yo como era traviesa pensé que era un sueño. Era más pequeñita que yo y tenía el pelo más largo, era muy educada y fina, parecía francesa, me contaba que ella tenía alas, que su abuelita se las había regalado por ser una niñita buena, no entendía, me llevó a su casa, y no me daba cuenta pero me trataban como si yo fuera de su familia, era como si siempre hubiese estado allí...
-¡Que olvidadiza eres Alexandra!-
-Yo soy tu abuelita!-
Me dijo el ángel más grande,
-Tú eres de aquí, siempre lo has sido, lo que pasa es que con tantos viajes en tu globo olvidas todo- y me regaló una plumita de su ala dorada para que yo escribiera las cosas importantes; en donde queda la luna, cómo se llama mi perro, mi nombre completo...
El ángel mayor se llamaba Aida y era tan rara como el ángel pequeño, le escribía letras a la Pachamama y a la niñita que era tan dulce como una palomita de maíz versos.
-¿O sea que usted es mi Abuelita también?- le pregunté al ángel mayor
-Siempre he sido tu abuelita, y ese angelito pequeñito que se parece a tu muñeca es tu hermanita mayor-
-¿Mayor? ¡Si yo soy más alta!-
-¡Eso te pasa por no comer pasas!-
Nunca entendí cuanto tiempo me había ausentado en mi globo aeróstatico y en que taco de nubes me encontré por tantos años y empezé a comer cientos de pasas para no olvidar nada más, pero no importaba, el ángelito pequeño me dijo que tenía buena memoria y me contó que cuando nací era preciosa y que en vez de llorar como todos los niños yo reí. A veces me pregunto cómo hacía ese angelito para recordar tanto...
La niñita con alas y la señora de collar elegante, (su collar era de oro, lo heredó de su mamá y me dijo que lo conservaba de cuando era del tamaño de una nuez)...
-¡Eso es muy valioso Sra! ¿y nunca se le perdió una perla?-
-Alexandra las cosas tienen valor no por lo que valen si no por lo que representan- y sacó de su bolsillo esa plumita que aún conservo.
El reloj de arena se llenó muy rápido, un día pasó y otro, un día me miré al espejo y lucía diferente ¡creo que los años pasaron! pero las pasas hicieron su efecto y aún recuerdo como si fuera ayer cuando ví por última vez a Aida en ese horrible lugar, ni siquiera me reconoció y salí corriendo...
Nunca más la ví, pero creo que un día sin querer regresé a ese lugar miserable, en busca de algo que me devolviera la vida, necesitaba una luz, vivir y recordé de nuevo...
Cuando salí corriendo olvidé al ángel de Aida, creo que todos lo hicimos de alguna forma, después supe que ese ángel pequeñito fue la única que la cuidó por días, semanas, de una larga lista. ¿Cómo una mujer dulce, escritora, música, madre de diez hijos puede quedar sola? A veces me pregunto qué fué lo que nos pasó ¿miedo? ¿dolor? o sólo que todos teníamos otros planes a la hora de las visitas, Aún no lo sé...

A ti abuelita ángel en el aniversario de tu partida, quien me enseñó mis primeras letras, la danza, la poesía, todo lo que soy. Y sobretodo a tus alas hermanita ángel que ni un sólo día dejaste entrar a las sombras a esa habitación y la llenaste de flores de papel .
Supe que ese día surraste en su oído una mentira...
Que estábamos todos ahí ¡Que mentira más maravillosa!...

La tinta mágica y los tres reyes magos

Uno de los tres magos le trajo de visita a mi madre tres cosas imperecederas...
Un librito para colorear, una tinta mágica y un mapa con riquezas ocultas...
Después se fueron de mi planeta diminuto no sin antes reírse de mis pecas sin respetar en lo absoluto que yo era una recién nacida. A mi hermana que tenía dos años, sólo por ser cariñosa ese día y brindarles agua, le dieron dos alitas mágicas... las brujas de las otras aldeas se sintieron menospreciadas...
Una de las cosas que nos habían enseñado mi abuela-hada era que nuestra puerta siempre tiene que estar abierta, y nunca negar un vaso de agua porque Dios tiene distintas caras y puede presentarse sin que te des cuenta...
Hace unos días fui en uno de mis globos aerostáticos a un pueblito de Francia... y en él un soldadito de plomo hablaba del valor del papel en los tiempos modernos, y sus diversas utilidades ... Creo que mi abuela-hada sabía este secreto porque escribía versos de piratas tuertos, ángeles pequeñitos, princesas que se quedan dormidas y duendes verdes en diminutos papeles invisibles...
Mi tinta era mágica, había construido ciudades enteras, algunas en lugares poco convencionales como en la luna, en un lago o en una miguita de pan...
Ahora crecí y ahora soy una madre-hada
Cuando enfermé le dije a mi pequeña...
¡Muy bien te has portado en mi ausencia! ¿puedes pedir un deseo?...
-¡Mamita has vuelto!, te esperaba todos los días en mi ventana, sólo quería que estuviéramos juntas como siempre y ese era mi deseo antes de quedarme dormida-
-Porqué no me regalas un librito pequeño para colorear en las estrellas-. Gracias a mi mapa de los tesoros ocultos sé cuanto valor tienen las cosas sencillas...

LA COMUNIÓN DE LOS LIBROS

¡Están besándose! Dijo Juan Salvador Gaviota mientras sacaba su ala derecha de la página de un libro en miniatura, observaba como las letras eran besadas por atractivos puntos suspensivos...
Los libros se conocen entre sí, saben en cuales páginas pueden encontrarse, cuales son las hojas más gastadas y cuales son los títulos más apetecidos por los niños pequeños...
Entre ellos se protegen cuando los años pasan, zurcen sus grietas y procuran que sus títulos brillen en los rincones más oscuros de la biblioteca...
Hay libros encantados por sapos, otros de historia y geografía y matemáticos con decimales infinitos...
Los libros de papelucho jamás pasan de moda, y casi nunca están en los estantes, siempre están sus espacios libres, hay libros de todos los colores y formas...
Los libros hablan... son mágicos, pocos saben este secreto, algunos lloran por sus historias con finales tristes, muchos abren sus brazos y se leen entre ellos hasta enamorarse de sus protagonistas, danzan las palabras al ver sus obras y sus obras por letras mayúsculas... la vida pasa, las generaciones, los niños son adultos y sus hijos siguen la tradición de leerlos, los libros tienen memoria de elefante y recuerdan las risas de todos sus lectores aunque estos ahora sean protagonistas de enciclopedias, los libros jamás olvidan lo importante que son en nuestras vidas...

Algunas plumas

Una vez te regalé el principito en miniatura y te dije Raphaela tú eres la Rosa Vanidosa de este cuento, tu sonreíste como siempre y nos despedimos con lágrimas...
Aida nos decía que los sonidos generaban ecos y que si el miedo era un ruido teníamos que tapar nuestros oídos.
Recuerdo perfectamente el libro que me regalaste y nuestra despedida que fué entre lágrimas... Fuí a ver en las alturas como los humanos eran capaces de llorar... Ví ángeles de piedras mientras mis piruetas no eran tan afinadas como decía mi maestra de Danza al ver mi espalda en corvatura, seguía en busca de Aida le llevaba flores, estaba medio perdida los cementerios son enormes.
¡Raphaela tendrás que despertar! aunque no quieras por que fuí en busca de Aida y hablamos intensamente de Ignacia, le llevé flores pero no precisamente sus favoritas le comenté de tus alas de Inti y ví tus letras reflejadas en el mármol.
El sol se dejó ver por un largo rato entonces lloré por tu risa, entonces lloré al ver tus letras inmortalizado su recordatorio, que habías hecho con tu propio corazón...
El sexto planeta era diez veces más grande que mi cuerpo, estaba habitado por Aida que escribía grandes libros...

-¡Anda, una escritora!- Exclamó cuando le divisó el Principito.
Este se sentó en la arena tomó uno de sus libros.
-¿De dónde vienes tú?- preguntó la escritora.
-¿Qué libro es ese tan grande?
-Preguntó a su vez el Principito-
-Soy escritora- Dijo Aida-
-¿Y que es un escritor?
-Es un sabio que sabe donde están las palabras, las idea con una pluma y escribe con su corazón aunque su pulso sea débil...
- Es muy interesante -Dijo el Principito- ¡Es un verdadero oficio!
-¿Has visto un ángel?...
¡Sí, escritora! no poseía alas, me dió su alma...
Me dijo que me amaba o algo parecido... Yo le dí mi cicatriz y burlas cuando ella quería sólo cuidar mi capa de los ignorantes... Me dijo que era vanidosa, que su pelo enmarañado podría acariciar en mi almohada, me obsequió Quinientos millones de salivas, quinientos millones de estrellas que habitan en mi planeta como una quejumbrosa roldana...
Me habló de Alexandra... Su hermana...
-¿Sabes por que no viste sus alas amarillas? me las dió cuando quise acariciar la estrella más lejana... Ella no quería que cediera por cansancio, pero mi tinta era débil como su corazón ahora...

El Principito comprendió perfectamente cual era su flor vanidosa...
No tenía que esperar por un amor libre, sabía cuantas espinas tenía en su cuerpo delgado...
Raphaela el cielo se viste de tu literatura y mis danzas comienzan a fortalecer mi raíz, te dí este libro en miniatura, Aida sabía que cada una es distinta a la otra
¡Que vida más interesante!
Gracias por cuidar mis giros y hacer que mis danzas esten en órbita...